Alberto Mordojovich, gerente general Redvoiss
Los últimos gobiernos han promovido e invertido recursos públicos en incentivar el emprendimiento temprano a través, principalmente, de iniciativas de Corfo. Hoy, por esta vía, hay alrededor de quince programas de apoyo financiero directo a la formación y el crecimiento de nuevas empresas chilenas y extranjeras. Estos programas deben mantenerse y perfeccionarse. Sin embargo, el sector público puede y debe hacer mucho más.
En efecto, el Estado es el principal demandante de bienes y servicios en el país, por lejos. Entonces, es posible explorar alternativas de mayor participación de empresas privadas, en especial, con el uso de nuevas tecnologías, en el diseño y provisión de novedosas soluciones a los requerimientos del sector público. Por otra parte, qué mejor para una empresa entrante que partir con un contrato de largo plazo con un cliente de ese tamaño.
ChileCompras puede transformarse en un impulsor de nuevas iniciativas, abriendo el abanico y la mente a nuevas formas de adquisición que beneficien la innovación. Entendiendo que el proceso de compras del Estado debe hacerse de manera transparente y competitiva, hay que diseñar nuevas fórmulas de participación de los privados que incentive la creatividad para satisfacer las necesidades públicas. Hoy se compra como commodity una gran cantidad de bienes y servicios, lo que elimina de raíz el valor agregado, el conocimiento y la innovación que podrían aportar las empresas. Por ejemplo, en el ámbito de la informática se llega al extremo de licitar horas hombre de programadores. ¿No se estará abusando de la subcontratación? ¿Qué sentido tiene esto? Ninguno, porque detrás de esta compra hay obviamente un problema que el organismo licitador quiere resolver. ¿No sería más conveniente entonces explicar el problema al mercado y recibir propuestas con soluciones completas?
Más que comprar herramientas aisladas, el Estado debiera plantear claramente los problemas que quiere resolver. Lo lógico es licitar problemas y contratar soluciones. Al parecer la solución ya estaría definida por el funcionario que licita. ¿Es ésta la mejor alternativa? No, porque en la generalidad se repiten las mismas compras eternamente para salvaguardar una malentendida transparencia. Es muy fácil justificar la compra de un commodity apelando sólo al precio. Tal vez el camino más apropiado sean los concursos, como se hace en ciertas ocasiones con proyectos de arquitectura. De esta manera se valora también la innovación de las propuestas, se asume más riesgo, pero se recompensa con más conocimiento y emprendimiento en el país, ojalá exportable. El Estado es el principal comprador del país y es el que tiene los mayores desafíos en su gestión. Si una parte de sus recursos se destinan a proyectos de innovación para mejorar su propia operación, entonces el impulso a la creatividad de nuestras empresas sería incluso mayor que todos los programas de innovación de Corfo.